Se despertó sin despertador, abrió los ojos y le sonrió al techo. Suspiró de felicidad y se levantó de la cama, poniendo los pies en el parqué. No le importó que este estuviese helado, era una sensación a la que no le había costado nada acostumbrarse y que, de hecho, adoraba. Su ropa de dormir se basaba en un pantalón corto y una camiseta de tirantes, aunque, de vez en cuando, si las temperaturas eran extremadamente frías, se cogía una chaqueta de punto gris y se la pasaba por los brazos, para no congelarse frente a su café al desayunar.
Esta vez no usó la chaqueta y se dirigió directamente a la ventana, que estaba totalmente descubierta al mundo exterior. Miró de reojo el reloj de su mesilla y descubrió que la aguja pequeña hacía ya unos minutos que habían pasado de largo el doce. Dirigió su mirada de nuevo a la ventana y sonrió al observar lo que esta mostraba: las calles, todavía algo mojadas por la lluvia de la noche, bordeaban el enorme río que cruzaba de punta a punta la ciudad. Los árboles apenas se movían por el viento y la gente cruzaba ante la ventana sin percatarse de que ella les observaba ir de un lado a otro con la curiosidad de siempre.
Ella sonrió de nuevo y, sin desayunar ni maquillar ni peinar, se puso unos vaqueros, un jersey blanco gordísimo y precioso y unas botas de agua y se dirigió a la entrada. Apenas se había enrollado una bufanda roja al cuello y cogido las llaves y ya estaba disfrutando del ambiente melancólico y precioso de las calles de París.
¡Hola de nuevo! Espero que estéís disfrutando del comienzo de Diciembre y del frío. ¡Sacad las bufandas y los gorritos de lana!:)
Muchos Besos a todos:)